El término osteopatía fue usado por primera vez por Andrew Taylor Still (1828-1917).

Era hijo de un misionero, predicador, médico y granjero del medio oeste americano, en la época de los pioneros. Este entorno permitió al joven Still un contacto estrecho y prolongado con la naturaleza. Apasionado por la vida animal, cuenta haber descubierto la anatomía disecando animales muertos y haber aprendido mucho sobre la organización del cuerpo.   

Durante la guerra de Secesión, fue médico y cirujano en el bando de los confederados y adquirió una gran experiencia en la anatomía y la fisiología del hombre vivo. También constata las limitaciones de la medicina de la época. En 1865 pierde a tres de sus hijos en una epidemia de meningitis cerebroespinal y queda traumatizado por su impotencia como médico ante la enfermedad. Se obsesiona con la idea de encontrar cómo curar de manera más eficaz y profundiza en el estudio del cuerpo humano.      

En 1874 habla por primera vez de Osteopatía y comienza a tratar manualmente con éxito toda clase de enfermedades. Es repudiado por sus colegas médicos y por el clero y considerado seguidor del diablo. Sin embargo su fama se extiende y, como no puede atender a todos los que viene a verle, forma a sus hijos.      

En 1892 funda la Escuela Americana de Osteopatía en Kirksville. Missouri y el movimiento osteopático tiene gran expansión en Estados Unidos. Posteriormente se retira a escribir y en sus últimos años es respetado y conocido como “el viejo doctor”. Uno de sus alumnos, J.M. LittleJohn originario de Gran Bretaña, regresa a Londres para fundar la British Schol of Ostheophaty que será origen de toda una corriente osteopática en Europa.

El segundo capítulo de esta historia, debe ser ineludiblemente para William Garner Sutherland (1873-1954). Siendo un joven periodista queda impresionado por las posibilidades de la osteopatía y obtiene en 1900 su diploma de osteópata de las manos de Still en el colegio de Kirksville.

Hasta 1920 ejerce la osteopatía como le habían enseñado pero, atraído por la forma biselada de las suturas del cráneo decide investigar cuidadosamente los huesos que lo forman.Descubre que sus uniones parecen estar creadas para el movimiento y se pregunta por la osificación de las suturas a lo largo de la vida: “El tronco del roble más robusto conserva cierto grado de flexibilidad hasta el momento en que se vuelve leño sin savia. Podríamos decir lo mismo de la flexibilidad del cráneo mientras la savia permanece dentro” Nuestra costumbre de ver y estudiar los huesos secos de laboratorio nos ha hecho olvidar que el hueso vivo, hasta el más sólido, posee cierta flexibilidad.

Experimenta sobre él distintos aparatos destinados a “bloquear” esa supuesta movilidad craneal que le provocaban cambios físicos y emocionales. Desarrolla técnicas de corrección y empieza a probarlas con buenos resultados.

En 1929 da a conocer su método y se enfrenta a la incomprensión de la mayoría de profesionales. Sin embargo, convencido de su trabajo, trata con especial éxito a niños cuyo cráneo ha sido lesionado durante el nacimiento o los primeros años de vida. Con este trabajo inicia la comprensión de diversas influencias del cráneo a lo largo del desarrollo embriológico, la evaluación de los esquemas del desarrollo y el estudio de las causas sus defectos.   

Describe el Movimiento Respiratorio Primario (MRP) en el eje cráneo-sacro que divide en cinco componentes con fines didácticos: la movilidad inherente del sistema nervioso central, el movimiento de las membranas de tensión recíproca, la movilidad involuntaria del sacro entre los iliacos, la fluctuación del líquido cefalorraquideo y la movilidad de los huesos craneales.

A medida que avanza en edad, habla de El Aliento de vida (Breath of Life) y de la Luz Líquida: “es suficiente un punto de apoyo, un marco de percepción válido, para permitir que el sistema del paciente exprese su potencialidad y reencuentre su armonía”. Un camino que continuaran algunos de sus alumnos: Rollin Becker, Anne Wales, Ruby Day, Robert Fulford, Viola Frymann …