82023Feb

Para llegar al final hay que empezar por el principio.

Comencé a estudiar Osteopatía allá por el ya lejano siglo pasado, porque la fisioterapia no me daba respuestas cuando los resultados no aparecían. Teníamos claro que para ser más efectivos en nuestro trabajo, había que recolocar las piezas del cuerpo haciéndolas crujir, eso sí que era una intervención profunda que haría que mejorasen aquellos pacientes difíciles.


Cuando empezaba a descubrir que la Osteopatía era mucho más que las manipulaciones vertebrales, nació mi segunda hija. El destino hizo que la llevase a una osteópata que la trató con una suavidad extrema. Aquello me cautivó y me llevó a recorrer de punta a punta Francia los siguientes 10 años siguiendo los seminarios de formación en Osteopatía Biodinámica.


Recuerdo nuestro asombro la primera clase del primer día tras haber recorrido más de mil kilómetros en coche: se trataba de no hacer nada. Tan solo percibir desde nuestra neutralidad los cambios que se producen en una persona cuando colocas tus manos sobre ella. Realmente es fascinante todo lo que ocurre en este proceso natural en el que un cuerpo vivo tiende a reequilibrarse; pero es más fascinante todavía como el observador puede favorecerlo de una manera muy profunda.


Pasaron otros 10 años trabajando a diario, estudiando, afinando la percepción, haciendo más y más cursos, incluso de la mano del Dr. James Jealous en un inolvidable viaje a Oregón con un montón de gente a la que quiero.
Hasta que, gracias a mi amigo Javier Marquina, y tras muchos años sin vernos, volví a coincidir con Carlos Marqués y nos expuso su concepto de Matriz Original. De repente todo cobró sentido, las horas de meditación intentado profundizar en mi neutro, los cursos de embriología, los conceptos aprendidos pero no integrados….Todo estaba allí: la Respiración Primaria te acogía y te mostraba a tiempo real como trabaja la SALUD en un ser vivo. El cambio en mi práctica (y sus resultados clínicos) y diría también en mi vida fue abismal.


Le he dado a Carlos las gracias infinidad de veces, pero es una deuda que sé que no lograré saldar nunca. Porque cuando te sientas al lado de una persona que sufre desde hace varios años, que ha realizado multitud de tratamientos en distintos campos y a la que tú te acercas con humildad, colocando “simplemente” tu mano bajo su cuerpo; cuando permites que la profundidad aparezca y descubres un paisaje en el que ya no eres más que una conciencia conmovida por el trabajo de la Potencia en los campos metabólicos concernidos; y cuando el paciente describe una mejora clínica íntimamente ligada a lo sucedido y que además es palpable y duradera, sabes que eso es LA VERDAD, no hay más.


En menos de un mes, nos reunimos de nuevo para seguir en este apasionante camino, cuento los días. Gracias Javier y gracias Carlos.